Página hecha por Aban Nacho, Maldonado Angeles, Morel Micaela, Romero Brian y Sandoval Carol 5 "C" NSLP
jueves, 20 de noviembre de 2014
PRINCIPALES TEMAS
Inmortalidad
Dentro de los límites del relato, la invención de Morel es la invención de la inmortalidad espiritual. Tanto Morel como el fugitivo la prefieren antes que a la inmortalidad física, porque consideran que es la única verdadera: Consideran que la razón por la cual no se ha llegado a alcanzar la inmortalidad es el hecho de que se ha trabajado solamente en conseguir la inmortalidad centrándose en la idea primitiva de esta (la física), dejando de lado la que realmente importa: la inmortalidad de la consciencia.
Dentro de los límites del relato, la invención de Morel es la invención de la inmortalidad espiritual. Tanto Morel como el fugitivo la prefieren antes que a la inmortalidad física, porque consideran que es la única verdadera: Consideran que la razón por la cual no se ha llegado a alcanzar la inmortalidad es el hecho de que se ha trabajado solamente en conseguir la inmortalidad centrándose en la idea primitiva de esta (la física), dejando de lado la que realmente importa: la inmortalidad de la consciencia.
Amor y soledad
Para el fugitivo la soledad representa a la muerte, mientras que el amor representa la vida. Lo deja claro cuando dice "Ya no estoy muerto, estoy enamorado". Es posible que los sentimientos de Morel sean parecidos. La muerte puede representar la soledad para él porque perderá contacto con la gente que ama al ejecutar su tiránico plan.
Control
El fugitivo se esfuerza inútilmente para volver a tomar control de su vida luego de su injusto apresamiento. Cuando encuentra un lugar que puede controlar (la isla) pone en peligro su vida para llegar a ella. Pero desafortunadamente la isla es propiedad de Morel en todo sentido, y el fugitivo se esfuerza en vano. Su amor por Faustine renueva su esperanza pero cuando se da cuenta de que esa relación es imposible se da por vencido y se ilusiona con que algún inventor en el futuro le otorgue lo que no puede obtener. Por el contrario, Morel es una figura todopoderosa con total control de su entorno: cuando no puede hacerse con el amor de su amada, inventa una máquina que la pondrá bajo su control forzándola a pasar la eternidad junto a él.
PERSONAJES DEL LIBRO
PRINCIPALES:
El Fugitivo
Salvo el fugitivo, todos los demás personajes forman parte de una grabación; carece de nombre y funge como narrador-protagonista. Su estado de paranoia y locura queda reflejado en su diario abriendo la posibilidad de que todo se trate de una alucinación.
Salvo el fugitivo, todos los demás personajes forman parte de una grabación; carece de nombre y funge como narrador-protagonista. Su estado de paranoia y locura queda reflejado en su diario abriendo la posibilidad de que todo se trate de una alucinación.
Faustine
Es el personaje más ambiguo de la novela: luce como gitana, habla francés como una sudamericana, y le gusta hablar sobre Canadá. El personaje está inspirado en Louise Brooks, la estrella de cine.
Morel
Es un científico genio que lleva intencionalmente a un grupo de esnobs hacia la muerte. El fugitivo lo detesta celosamente, pero al final termina justificando sus acciones. Su nombre es un homenaje al personaje análogo de La isla del doctor Moreau.
SECUNDARIOS:
Dalmacio Ombrellieri
Un vendedor de alfombras italiano que vive en Calcuta. Es quien le cuenta al fugitivo sobre la existencia de la isla y le indica cómo llegar allí.
Alec
Es joven de rasgos orientales y ojos verdes que hace negocios con lanas. Podría ser el amante de Faustine o de Dora, o simplemente su confidente. Como el resto de los miembros del grupo, ve a Morel como una figura mesiánica.
Dora
Es una mujer rubia con una gran cabeza que es amiga de Alec y Faustine. El fugitivo espera que ella, y no Faustine, sea la amante de Alec. Considera que ella puede ser el objeto del amor de Morel cuando sospecha que Morel no puede estar enamorado de Faustine.
Irene
Es una mujer alta con brazos largos y una expresión de disgusto. Ella no cree que vaya a morir por ser expuesta a la máquina. El fugitivo cree que si Morel no está enamorado ni de Dora ni de Faustine, debe estarlo de ella.
La mujer vieja
Siempre está en compañía de Dora, probablemente sean parientes. La noche del discurso de Morel, ella está borracha. A pesar de esto, el fugitivo considera que ella puede ser el amor del que Morel habla, si es que no está enamorado de alguna otra de las mujeres.
Haynes
Cuando Morel va a dar su discurso él está dormido. Dora dice que está en la habitación de Faustine y que no será posible sacarlo de ahí. Morel se vé forzado a hablar sin su presencia.
Stoever
Es uno de los que se da cuenta de que todos van a morir mientras Morel da su discurso. Cuando increpa a Morel y éste se retira de la habitación, los demás miembros del grupo no le permiten ir tras él. Luego se calma pero el fanatismo del grupo hacia Morel prevalece sobre su instinto de supervivencia.
BIOGRAFIA DEL AUTOR
Adolfo Bioy Casares
(Buenos Aires, 1914 - 1999) Escritor argentino, uno de los más destacados autores de la literatura fantástica universal. Miembro de una familia de hacendados bonaerenses, en 1929 escribió Prólogo, manuscrito que revisó y mandó a imprimir su padre. Su temprana vocación por las letras fue estimulada por su familia, y ya en 1933 publicó el volumen de cuentos Diecisiete disparos contra lo porvenir.
Pronto se vinculó culturalmente al círculo cosmopolita de la revista Sur; su amistad con Jorge Luis Borges sería decisiva en su carrera literaria. En 1932 conoció a Borges en casa de Victoria Ocampo, y también a su hermana Silvina Ocampo, quien se convirtió en su esposa en 1940. La estrecha amistad con Borges duró hasta la muerte de éste en 1986 y dio origen a una serie de obras escritas en colaboración y firmadas con los seudónimos de B. Suárez Lynch, H. Bustos Domecq, B. Lynch Davis y Gervasio Montenegro: Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), Dos fantasías memorables(1946), Un modelo para la muerte (1946), Crónicas de Bustos Domecq (1967), Nuevos cuentos de Bustos Domecq (1977) y también a dos guiones cinematográficos, Los orilleros y El Paraíso de los creyentes (ambos de 1955).
El mismo año de su boda publicó La invención de Morel (1940), su obra más famosa y un clásico de la literatura contemporánea. Narrada en primera persona y ambientada en una isla desierta, en la trama se entrecruzan el delirio, la pasión amorosa y la idea de inmortalidad. Un fugitivo, cuyo nombre no se conoce, llega a una isla en la que vive Faustine, mujer de la que se enamora, aunque se limita a observarla escondido en los atardeceres. Allí el científico Morel había inventado una máquina capaz de reproducir todos los sentidos, pero para poder recrear un ser humano, éste antes tiene que morir. El fugitivo pone en marcha la máquina y se graba durante siete días al lado de Faustine. Como estaba sentenciado, el protagonista muere, aunque será inmortal en la eterna reproducción de su imagen.
Para entonces Bioy Casares había renegado de sus escritos anteriores, entre ellos las narraciones La estatua casera (1936) y Luis Greve, muerto (1937). En la fructífera década de 1940 publicó los volúmenes de relatos La trama celeste (1944), El perjurio de la nieve(1948) y Las vísperas de Fausto (1949), además de la novela Plan de evasión (1945), que relata una diabólica propuesta del Dr. Castel, gobernador de la isla del Diablo y discípulo de William James, consistente en practicar sobre unos prisioneros una nueva teoría de la percepción. En colaboración con su mujer escribió la novela policíaca Los que aman, odian (1946); codirigió con J. L. Borges la prestigiosa colección del género El Séptimo Círculo y los tres compaginaron la Antología de la literatura fantástica (1940).
En el decenio de los cincuenta publicó los cuentos deHistoria prodigiosa (1956) y Guirnalda con amores(1959). El sueño de los héroes (1954), quizás su mejor novela, narra cómo una pandilla de amigos recorre los suburbios de Buenos Aires durante los tres días del carnaval de 1927 en busca de aventuras y diversiones; años después el protagonista, Gauna, intenta regresar al pasado ignorando que el viaje puede originar el despliegue de posibilidades anteriormente evitadas.
En esta obra la geografía del barrio porteño está inmersa en un clima alucinante que vuelve a encontrarse enDiario de la guerra del cerdo (1969), sobre la guerra de los jóvenes contra los viejos, y en Dormir al sol (1973), centrada en el informe que Lucio Bordenave escribe en un sanatorio frenopático en el que ha sido confinado. Humor, ironía y parodia aparecen en los cuentos de El lado de la sombra (1962), El gran Serafín (1967) y El héroe de las mujeres (1978). Por otra parte, Breve diccionario del argentino exquisito (1971) es una observación sobre el lenguaje.
Obras posteriores de Bioy Casares son las novelas La aventura de un fotógrafo en La Plata (1985) y los cuentos de Historias desaforadas (1986) y Una muñeca rusa (1991). En la década de los noventa publicó la novela Un campeón desparejo (1993); los libros de recuerdos Memorias. Infancia, adolescencia y cómo se hace un escritor (1994) y De jardines ajenos (1997) y el volumen de cuentos Una magia modesta (1998).
Su obra narrativa le valió diversos galardones, como el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) en 1975 y el Premio Cervantes en 1990. Se lo distinguió como Miembro de la Legión de Honor de Francia (1981) y Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires (1986). Fueron llevadas al cineEl perjurio de la nieve, con el título de El crimen de Oribe, Diario de la guerra del cerdo (dirigida por Leopoldo Torre Nilsson) y El sueño de los héroes (con dirección de Sergio Renán).
La narrativa de Bioy Casares se caracteriza por un racionalismo calculado y por un anhelo de geometrizar sus composiciones literarias. El contrapunto a este afán ordenador viene dado por un constante uso de la paradoja y por un agudísimo sentido del humor. Para Bioy, el mundo está hecho de infinitos submundos, a la manera de las muñecas rusas, y la barrera entre verdad y apariencia es sumamente endeble, como se revela especialmente en las ya citadas obras La invención de Morel (1940), Plan de evasión (1945), La trama celeste(1948) o El sueño de los héroes (1954).
La aparición de La invención de Morel situó inmediatamente a Bioy Casares entre los primeros que en la Argentina abordaron con maestría el género fantástico; de hecho, esa novela actuó como referencia insoslayable para las siguientes generaciones de escritores, que se interesaron por conocer y profundizar en las estrategias del género. La invención de Morel es una historia de amor en la que los enamorados viven vidas incompatibles, que transcurren en ámbitos y tiempos enfrentados. Uno de ellos, el fugitivo, es un hombre real de carne y hueso; el otro, Faustine, es un fantasma, el repertorio de apariencias de una mujer grabadas por la máquina de Morel y proyectadas sin cesar. Años más tarde, en La trama celeste, Bioy insistirá en entablar curiosas relaciones entre realidades en principio incompatibles, dibujadas sobre un tejido de espacios y tiempos paralelos.
En general, en las novelas y los relatos de Bioy se cuestionan de modo obsesivo y recurrente los estatutos del orden espacial y temporal. Sus personajes se presentan atrapados por fantasmagóricas tramas, obligados a descifrar la compleja estructura de las percepciones, en las que las misteriosas combinaciones entre realidad y apariencia rigen sus existencias cotidianas. Además de un hábil y exquisito manejo del humor y la ironía, la prosa de Bioy Casares suele ser considerada como una de las más depuradas y elegantes que ha dado la literatura latinoamericana.
RESUMEN DEL LIBRO
Esta novela del escritor argentino Adolfo Bioy Casares tiene como protagonista a un preso condenado a cadena perpetua que ha logrado fugarse y llegar a una isla, al parecer la isla de Villings, del Archipiélago de las Ellises. El mismo fugado es el narrador y relata en primera persona los acontecimientos que van teniendo lugar en la isla en la que se oculta. Le había hablado de ella un comerciante chino: aquella isla estaba infectada por una extraña enfermedad que mataba de afuera para adentro. Era un lugar idóneo para esconderse y el prófugo se instala en la isla solitaria.
Allí lleva una vida de Robinson, convencido de que no verá a nadie. En la parte más elevada de la isla se levantan un museo, una capilla y una piscina llena de víboras, sapos e insectos. El museo tiene una gran biblioteca y una sala con un fonógrafo, un piano y un biombo de espejos con más de 20 hojas. En los sótanos hay un cuarto escondido, de paredes celestes, con extraños artilugios en su interior y una bomba para sacar agua. El prófugo descubre también una habitación recubierta con losas de mármol y de corcho, con unas arcadas de piedra que repiten ocho veces el mismo espacio, como si de espejos se tratara.
Una noche escucha en la distancia un sonido de voces y música procedentes del museo. Extrañado ve las siluetas de personas que bailan al son de Té para dos y Valencia. ¿Serán veraneantes que han desembarcado en la isla sin que él se enterara? O posiblemente los constructores de todos aquellos edificios. Durante varios días ve a una mujer que se acerca al acantilado y desde allí contempla la puesta de sol. Al principio el prófugo la observa ocultándose detrás de unas rocas, pero luego se deja ver. Sin embargo, aquella mujer no parece darse cuenta de su presencia. Lo que más le inquieta es que esa mujer "me ha dado una esperanza. Debo temer las esperanzas".
Con toda aquella gente a su alrededor, la vida del prófugo se hace muy difícil. Sufre las consecuencias de unas graves inundaciones a las que a duras penas sobrevive. No tiene herramientas, ya que se han quedado en el museo. Come hierbas y raíces, y como no puede seguir en ese estado, decide introducirse de tapadillo en el museo. Al hombre le sorprende mucho que si en algún momento se encuentra de frente con alguno de aquellos veraneantes, no muestren signo alguno de que lo están viendo. Se siente como si fuera transparente. El hecho ya le había sorprendido antes, cuando contemplaba a la bella mujer que se asomaba a ver la puesta de sol cada día en lo alto de las rocas. Ella tampoco lo veía. Tampoco parece oírle la tarde en que decide hablarle.
Sin embargo, él sí oye a aquellas gentes, y la bella Faustine le obsesiona. Así la llamó un tal Morel que a veces la acompañaba. ¿Quién es? ¿Quiénes son aquellas personas que aparecen en el museo cuando sube la marea y viven allí ocho días, para desaparecer después con la bajada de las aguas? Turistas y sirvientes se desvanecen de pronto y todo queda en silencio. El prófugo está convencido de que en la isla existe un secreto y se impone la ardua labor de desvelarlo. En cierta ocasión, cuando está junto a Faustine contemplando la puesta de sol, observa con extrañeza que son dos los soles que se ponen y dos las lunas que aparecen.
Otra tarde sorprende a Faustine y a Morel repitiendo una escena que ya había visto: las palabras son las mismas y también los gestos, las actitudes y expresiones de ambos. ¿A qué se debe? Las melodías Té para dos yValencia también se repiten una y otra vez, una y otra vez. Y "al pasar por el hall vi un fantasma del Tratado de Belidor que me había llevado quince días antes; estaba en la misma repisa de mármol verde, en el mismo lugar de la repisa de mármol verde. Palpé el bolsillo: saqué el libro; los comparé: no eran dos ejemplares del mismo libro, sino dos veces el mismo ejemplar". Cuando intenta seguir a Faustine hasta su habitación, la ve abrir la puerta, pero cuando él intenta hacer lo mismo, no lo consigue: la puerta está herméticamente cerrada.
El fugitivo no encuentra respuesta a lo que allí está sucediendo. Intuye que Morel posee la clave de todo, porque es evidente que tiene autoridad, que lo respetan. Una noche le oye decir que está preparando una reunión que interesa a todos. Los ve llegar uno a uno y tomar asiento alrededor de una mesa. Luego aparece Morel con un montón de papeles en la mano. "Había resuelto no decirles nada (empieza) pero como son amigos tienen derecho a saber. Mi abuso consiste en haberlos fotografiado sin autorización. Es claro que no es una fotografía como todas; es mi último invento. Nosotros viviremos en esa fotografía, siempre. Imagínense un escenario en que se representa completamente nuestra vida en estos siete días. Nosotros representamos. Todos nuestros actos han quedado grabados."
Morel sigue explicando a sus atónitos oyentes lo que en un principio tan sólo fue una idea, un proyecto que más tarde pudo hacer realidad. Los primeros intentos fallidos, creando una especie de imágenes de monstruosos fantasmas; los logros, más tarde: "La hipótesis de que las imágenes tengan alma parece confirmada por los efectos de mi máquina sobre las personas, los animales y los vegetales emisores". La máquina de Morel capta la imagen, el alma, el sonido, el tacto del emisor, pero ¿qué efecto tiene sobre él?, se pregunta el prófugo. Cuando todos se levantan y se retiran a sus habitaciones se acerca a la mesa y coge los papeles de Morel. Después baja al sótano donde se ha instalado y se queda dormido. Qué pesadilla vivir en aquella isla rodeado de fantasmas artificiales y estar enamorado de una imagen...
En los papeles de Morel se encuentra la clave de su descubrimiento. El inventor describe pormenorizadamente todos sus sacrificios y esfuerzos hasta llegar a conseguir el artilugio en cuestión. El prófugo admira la capacidad de Morel, la imaginación que le ha llevado al desarrollo de su obra. Pero para el prófugo Morel se ha limitado a conservar las sensaciones; sólo ha tanteado la perpetuidad. Las imágenes no viven. Considera también la conveniencia de inventar otro aparato con el que se pueda averiguar si las imágenes sienten y piensan. Con un aparato más completo, "lo pensado y lo sentido en la vida -o en los ratos de exposición- será como un alfabeto, con el cual la imagen seguirá comprendiendo todo (como nosotros, con las letras de un alfabeto podemos entender y comprender todas las palabras). La vida será, pues, un depósito de la muerte".
El fugitivo se pregunta quién es Faustine. Dónde vive. La ha oído hablar de Canadá. Si pudiera salir de la isla iría a verla, la buscaría. Pero ¿cómo se presentaría ante ella?, piensa. Entra en la sala de las máquinas de imágenes por un agujero que ha abierto desde el exterior. La marea está subiendo y aquellos aparatos empiezan a funcionar: el fugitivo ve horrorizado que el agujero se cierra. En su lugar la pared está lisa y dura como un diamante. Se ha quedado encerrado. "Estas paredes -como Faustine, Morel, los peces del acuario, uno de los soles y una de las lunas, el tratado de Belidor-, son proyecciones de las máquinas. Coinciden con las paredes hechas por los albañiles (son las mismas paredes tomadas por las máquinas y luego reflejadas sobre sí mismas)." Mientras funcionen los motores de los aparatos, nadie podrá cruzarla o abrirla. Morel ha protegido así a sus máquinas. Sin embargo, se equivocó cuando estudió las mareas. Creía que sus aparatos estarían siempre en funcionamiento y no ha sido así.
Finalmente el fugitivo consigue salir y en la habitación contigua encuentra planos de Morel, proyectores, receptores, transmisores... y empieza a probar. Primero capta flores, hojas, moscas y ranas y las ve aparecer, exactas. Pero luego comete la imprudencia de poner su mano izquierda ante el receptor. Los emisores vegetales mueren transcurridas unas cinco o seis horas. Las ranas, después de quince horas. Su mano empieza a arderle débilmente. Recuerda que ciertos pueblos primitivos sienten horror a ser fotografiados porque creen que al formarse la imagen de una persona el alma pasa a la imagen y la persona muere. Una horrible sospecha va tomando consistencia. Si las imágenes de Morel tienen alma, los emisores han de perderla al ser captados por los aparatos. Eso significa que Faustine ha muerto y que él no existe para la imagen de la mujer que ama.
Al fugitivo esta idea le hace intolerable la vida. La única solución será la muerte para la eterna contemplación de Faustine. Abre los receptores y hace su representación. Nadie sospechará que es un intruso en las imágenes de los otros. Hasta intercala frases y parece que Faustine le contesta. Cambia los discos; así las máquinas proyectarán la nueva semana eternamente. La muerte del prófugo, que él observa con el interés de un científico, comienza por los tejidos de la mano izquierda. Pierde la vista, el tacto, se le cae la piel, las uñas, se queda calvo. Sin embargo, en su imaginación, conserva la esperanza "de que toda mi enfermedad sea una vigorosa autosugestión; que las máquinas no hagan daño; que Faustine viva, y dentro de poco yo salga a buscarla; que nos riamos juntos de estas falsas vísperas de la muerte...". El fugitivo rechaza estas ideas y pide al hombre que, basándose en su informe, encuentre la manera de inventar una máquina que reúna las presencias disgregadas: "Búsquenos a Faustine y a mí, hágame entrar en el cielo de la conciencia de Faustine. Será un acto piadoso".
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